viernes, 2 de abril de 2010

No hay más.

Como en un cuento, como si las hadas existiesen, como si los mismos ángeles hubieran dejado en la Tierra a uno de de ellos, como sacado de un libro maravilloso, como algo increíble pero  completamente real, como si nada más tuviera que planearse...así es mi presente.
Ya no más conformismo, ya no más tristeza, ya no más resignación, ya no más dudas, ya no más incomprensión: ahora es todo porque la nada no existe.
Nadie puede entenderlo porque no es de este mundo; esta vida es incapaz de comprenderlo porque no es eterna; la felicidad se convierte en algo diminuto por el simple hecho de ser insuficiente; únicamente la paz nos rodea.
Problemas y más problemas.
Trabajo y más trabajo.
Falta de tiempo y más falta de tiempo.
Responsabilidades y más responsabilidades.
Sueños postergados y más sueños postergados.
Locura temporal y más locura temporal.
Deseos frustrados y más deseos (aparentemente) frustrados...
El tiempo: eterno indicador de que la realidad existe.
Nada importa porque  tenemos todo.
Todo importa por la inexistencia de la nada: cada detalle, cada suspiro, cada respiración, cada segundo, cada ausencia, cada silencio, cada sonido, cada abrazo, cada beso, cada palabra, cada sueño, cada idea, cada no-plan, cada despertar, cada susurro, cada llamada, cada paso, cada noche, cada tarde, cada día, cada caricia, cada luna vista, cada calor sentido, cada gota de lluvia, cada amanecer admirado, cada pisada firme, cada duda, cada acierto, cada visión, cada sensación y cada sentido, cada toque del cielo, cada alimento probado, cada dolor, cada alegría, cada tristeza, cada emoción, cada momento de ansiedad y frustración, cada olor, cada canción...
No hay más. Soy yo y eres tú, eres tú y soy yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario