Tomar decisiones en ocasiones resulta aparentemente catastrófico.
¿Cómo saber si lo decidido es adecuado?
Hay tantos planes y probablemente ninguno llegue a ser real...
La nostalgia llega repentinamente como un recordatorio de lo vivido y dejado en el pasado...
Los sueños invaden el alma y la mente anhelando vivir pero la desidia misma puede paralizarte...
¡Qué fácil es renegar de todo!
¡Qué cómodo resulta no arriesgarse justificándose con un supuesto bienestar!
¡Cuán trivial llega a parecer lo importante!
Tal vez lo inevitable llegue pronto y únicamente me reste ser como una hoja movida por el viento.
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A veces lo difícil no es tomar la decisión sino asumir la consecuencia, el temor no se desprende de la elección en sí misma sino de la responsabilidad que de ella deriva, entonces me viene a la cabeza la idea de cobardía, la poca tolerancia a la frustración.
ResponderEliminarCuando tomamos una decisión y nos sentimos seguros de que es la correcta, si la consecuencia es negativa nos sentimos muy mal, porque no estábamos preparados para ello; cuando la tomamos pensando en que no es lo mejor entonces nos sentimos inseguros todo el tiempo, suponiendo qué pasará y esperando esa catastrófica consecuencia; a fin de cuentas siempre hay cuando menos dos caminos y la responsabilidad de la elección está en nosotros mismos.
Creo entonces que las decisiones pueden o no ser las correctas pero en lo que debemos trabajar es en la responsabilidad y en el manejo de las consecuencias que de ellas derivan, sean positivas, negativas o neutrales.
Y debemos estar siempre conscientes de que nuestro presente es un enramado de consecuencias derivadas de las decisiones que hemos tomado en el pasado y que cimientan cada uno de los sucesos en nuestro porvenir, y no debemos olvidar que es imposible desaparecer nuestros errores u omitir cosas de nuestro pasado, aunque tampoco debemos olvidar que tenemos la responsabilidad para con nosotros mismos, de saber perdonarnos.